BANDOLERISMO EN ALMANSA A MEDIADOS DEL SIGLO XVII

  Por Miguel-Juan Pereda Hernández

 


  Mediado el siglo XVII, las continuas levas para el Ejército real, el incremento de las presiones fiscales y las acciones coercitivas para intentar poner freno al contrabando provocaron un aumento notable del bandolerismo en el sector oriental del corregimiento de Chinchilla-Villena. Muchos vecinos decidieron echarse al monte para no ir a la guerra, no pagar impuestos o continuar con su secular tráfico de mercancías ilegales.

En Almansa, Villena y Yecla, en razón de su condición fronteriza con el reino de Valencia, existían partidas de bandoleros que se dedicaban principalmente a actividades relacionadas con el contrabando de ganado, grano, moneda, tejidos, alhajas, objetos de lujo, etc., en connivencia e incluso, a veces, bajo las órdenes de determinados miembros de las élites locales con cargo en el ayuntamiento. Se trataba pues de una situación muy delicada, en la que la actuación de las milicias concejiles encargadas de mantener el orden en el término municipal dejaba mucho que desear, ya que solía ser habitual que el enfrentarse a bandoleros supusiese hacerlo a amigos o familiares.Para un mejor conocimiento de los hechos, incluimos un listado con los nombres de los protagonistas más destacados.

DRAMATIS PERSONAE

  • Don Juan Duque de Estrada: corregidor de Chinchilla-Villena.
  • Alonso Sánchez Iñíguez: alcalde ordinario del concejo de Almansa por el estado de los labradores desde septiembre de 1644 hasta septiembre de 1646. Acabado su mandato, el corregidor le dio comisión especial para perseguir a los bandoleros.
  • Sebastián González: bandolero vecino de Almansa que fue apresado y ejecutado por Alonso Sánchez sin juicio previo.
  • Alonso Ibáñez: antiguo partidario de Alonso Sánchez que, tras la muerte de Sebastián González, cambió de bando y dirigió el ataque de los bandoleros contra Almansa, el 20 de enero de 1649. Posteriormente, también sería ejecutado por Alonso Sánchez.
  • Míngo Pérez: hombre de Alonso Sánchez detenido por la Justicia almanseña tras el asesinato de Alonso Ibáñez.
  • Antonio Rodríguez y Tomás Cerdán: cabecillas de la partida de 60 bandoleros que sitiaron al corregidor y sus hombres en la Plaza Pública almanseña, con los que éste llegó a un sospechoso acuerdo que muchos calificaron de capitulación. 

1. Comisión a Alonso Sánchez para perseguir a los bandoleros

Entre los años 1646 y 1650 se vivieron en Almansa episodios muy violentos, y uno de sus principales protagonistas fue Alonso Sánchez Íñiguez, alcalde ordinario de la villa por el estado de los labradores desde septiembre de 1644 hasta septiembre de 1645, que fue reelegido y se mantuvo en el cargo hasta septiembre de 1646.

Acabado su periodo de mandato, el corregidor de Chinchilla-Villena, don Juan Duque de Estrada, le dio comisión especial, y en la práctica carta blanca, para perseguir a los bandoleros que pululaban por la comarca, entre los que se contaban varios almanseños: “…Alonso Sánchez fue reelijido alcalde ordinario por pareçer assí conueniente, como está ponderado, y cumplido el año de la vara le dio dicho Don Juan Duque comissión para perseguir vandidos en virtud de la prouatiua que tenía…”.

Se trataba de un recurso que, si bien había sido habitualmente utilizado en el reino de Valencia por los virreyes Rodrigo Ponce de León, duque de Arcos (1642-1645) y Duarte Fernando Álvarez de Toledo, conde de Oropesa (1645-1650), no era una práctica habitual en territorios de la Corona de Castilla: “…el dar estas comisiones era práctica del Reyno de Valençia, seguida en las políticas de los Excelentísimos Señores Duque de Arcos y Conde de Oropesa, Virreyes de aquel Reyno, aprobada en los tiempos de su Gobierno…”.

2.  Muerte de Sebastián González

Alonso Sánchez se rodeó de un grupo de incondicionales y consiguió prender a uno de los líderes de los bandoleros, el almanseño Sebastián González, al que envió preso a Chinchilla, de donde escapó. Sospechando que tarde o temprano el fugado acabaría por acudir furtivamente a su casa, Sánchez y sus hombres la vigilaron hasta lograr hacerse con él cuando intentaba entrar en ella; una vez detenido, llevándole a la cárcel, que se hallaba en la actual calle de La Estrella, le dieron muerte a escopetazos en plena Plaza Pública, testimoniando en los autos que lo habían hecho por resistencia a la autoridad; no obstante, la madre y la esposa del finado declararon que le habían matado a sangre fría: “...siruióle para matar a Sebastián González, si resistiéndosele o no es cosa que no perteneçe a esta defensa el afirmarlo o negarlo; los autos que se fulminaron testifican calificada resistencia, la madre y mujer del muerto afirman que le mataron sin hacer armas...”.

Alegando resistencia a la autoridad, Alonso Sánchez dio muerte a escopetazos a Sebastián González; En opinión de la madre y la esposa del finado, le mataron a sangre fría.

3. La venganza del día de San Sebastián de 1649

Con el fin de vengar la muerte de su jefe, el 20 de enero de 1649, día de San Sebastián y onomástica del difunto, dirigidos por Alonso Ibáñez (un antiguo compañero de Sánchez que había cambiado de bando por discrepancias con su forma de actuar), los bandoleros hicieron una entrada violenta en Almansa, ocasionando la muerte de algunos vecinos e hiriendo a otros: “...la entrada que hiçieron el día que se contaron veinte de el corriente en esta villa Alonso Ybáñez y los que le acompañauan, el escándalo, muertes y heridos y el grande desconsuelo de los beçinos...”.

Acta Capitular del concejo de Almansa de 23 de enero de 1649. AHMA.

El concejo se reunió el sábado 23 de enero. Tras dar cuenta del suceso, se dijo que “...no se pudo ejecutar acción de justicia por defecto de fuerças y no auer acudido los vezinos...” a la llamada de alarma; acto seguido, alcaldes y regidores ordenaron hacer “...vna lista de todos los vezinos ábiles para el manejo de las armas, sacándolos de vn padrón, y se les manifieste notifiquen las armas que tienen, de qualesquier calidad que sean, y a los que no las tubieren se las den...”; se dispuso que los alcaldes visitasen las tiendas y lugares de la villa “...adonde tengan notiçia que ay pólbora, balas y cuerda...”, embargasen las existencias y, en caso de no hallarlas, enviasen a comprarlas al sitio más cercano donde las hubiere.

4. Perdón para los bandoleros almanseños

  Cada vez eran más los almanseños que juzgaban desmesurado “...el proceder de Alonso Sánchez, y que el abuso de su comisión iba abriendo çanjas y tanta calamidad como no se ha visto en esta tierra...”. Informado el corregidor, viajó a Almansa y convocó ayuntamiento general, en el que se trató sobre la conveniencia de despojar a Sánchez de las supuestas atribuciones que le otorgaban la comisión, pues sus desmesuradas acciones “...rubricauan con su sangre las muertes violentas que a la sombra de la comisión se executaban...”
Si bien en un principio el corregidor pareció aceptar la propuesta, continuó favoreciendo a Sánchez con su valimiento, lo que vino a fomentar el odio hacia éste y sus hombres, al constatar que, pese a que sus actuaciones no estaban totalmente dentro de la legalidad, seguía amparado por la Justicia del Corregimiento. Bien reconociendo su error, bien para que las quejas de los almanseños no llegasen al Real Consejo de Castilla, el corregidor propició una paz entre las partes, e incluso parece ser que se llegó a firmar una escritura de concordia y perdón a favor de los bandoleros almanseños que depusiesen las armas.

5. Nuevo ataque contra la villa

Pero a mediados de junio de 1650, Almansa fue nuevamente atacada por una partida de bandoleros. Convencido Alonso Sánchez de que el asalto había contado con apoyos locales por parte de Alonso Ibáñez y sus hombres, fue a buscarle, le atrapó y, sin hacer ningún tipo de diligencias, averiguaciones, pesquisas o autos, le dio muerte en la Plaza Pública; hecho ante el que intervino la Justicia ordinaria de la villa, que mandó prender a Sánchez y los suyos, aunque sólo se pudo apresar a un tal Mingo Pérez, pues los demás pudieron huir hacia Chinchilla para dar cuenta al corregidor: “...cansado ya de humear el fuego del odio, leuantó su mayor llama en Alonso Sánchez, dando muerte a Alonso Ybáñez en la Plaza Pública, a cuyo ruydo acudió la Justicia y prendió a Mingo Pérez, vno de los que le acompañaron en esta vltima maldad...”.

6. Entrada en Almansa del corregidor, Alonso Sánchez y sus hombres

Una semana después, 22 de junio de 1650, hicieron su entrada en Almansa el corregidor don Juan Duque de Estrada, Alonso Sánchez y una guarnición de “...doce hombres armados con charpas y tercerolas, las escopetas largas en la cara, valas en la boca, traje de bandoleros; pisando el sitio que ocho días antes hauía regado con sangre, cuyas manchas aún estauan reçientes...”; su intención no era otra que liberar a Mingo Pérez, que continuaba en prisión por orden de la Justicia local.

El 22 de junio de 1650, entraron en Almansa el corregidor, Alonso Sánchez y 12 hombres fuertemente armados.

7. Los bandoleros sitian la Plaza Pública almanseña

Enterados los bandoleros almanseños de que el corregidor seguía amparando a los que habían dado muerte a sus jefes, enviaron aviso a sus compañeros de Almansa y otras poblaciones vecinas, logrando reunir una partida de unos 60 efectivos, con los que al día siguiente cercaron al corregidor, Alonso Sánchez y sus hombres en la Plaza Pública almanseña.

Los bandoleros sitiaron a las fuerzas del corregidor en la Plaza Pública de Almansa.

8. Acuerdo entre el corregidor y los bandoleros

Ante el asombro de muchos, el corregidor no mostró ningún reparo en entrevistarse a solas varias veces con Antonio Rodríguez y Tomás Cerdán, dos de los más señalados cabecillas de los sitiadores, con los que llegó a un sospechoso acuerdo que muchos calificaron de capitulación: “...capituló con los vandoleros, lo que era indecente a su officio, y que sobre ello dio vna nota a Antón Rodríguez y que les ofrecía lo que quisiesen [...] dicho corregidor se vio con los vandoleros vna y muchas vezes, especialmente con Antonio Rodríguez y Thomás Cerdán, que eran de los principales, y hablaron a solas sin ynteruención de otra persona; y que él lo quiso, siempre fue sospechoso...”.

Los términos de la capitulación contemplaban que Alonso Sánchez y sus compañeros depondrían las armas y se entregarían a la Justicia almanseña, que les garantizaría un juicio justo; a cambio, el corregidor y sus hombres podrían abandonar Almansa y regresar a Chinchilla. De poco valió que las autoridades locales advirtieran al corregidor del peligro que ello suponía para Sánchez y sus partidarios: “...fue aduertido del riesgo en que dejaua a aquellos hombres çercados si los desarmaba no asegurándose bastantemente de sus enemigos, y que cooperaba con el nombre y autoridad del Rey en vna cosa tan fea, pues conocidamente los auían de matar, y nada bastó para que no preualeciese su desacertada confianza...”.

Los bandoleros dieron muerte a Alonso Sánchez.

9. Muerte de Alonso Sánchez y dos de sus hombres

El corregidor convenció a Alonso Sánchez y sus compañeros para que entregasen las armas y, una vez desarmados, ordenó a los alcaldes de Almansa que “...les hechasen grillos...”, para acto seguido marcharse de la Plaza.

Como era de esperar, en cuanto el corregidor y sus hombres hubieron salido de Almansa, los bandidos aprovecharon la ocasión para tomarse la justicia por su mano; entraron en la Plaza a viva fuerza y dieron muerte a Alonso Sánchez y a dos de sus seguidores, sin que las autoridades locales y los 30 vecinos que les asistían fuesen capaces de hacerles frente para evitarlo: “...siendo sesenta los vandoleros, hombres atreuidos, diestros en las armas de fuego que profesan [...] ¿qué hauían de resistir treynta hombres, algunos sin armas, temerosos de Dios y que por sus obligaciones acudieron al lado del Rey arriesgando sus vidas ynútilmente...”.

10. El corregidor acusó a las autoridades almanseñas de omisión

El corregidor acabó acusando a las autoridades almanseñas de omisión, y todos cuantos habían desempeñado oficios de alcalde, regidor y justicia en el concejo de Almansa desde 1646 hasta 1650 fueron sometidos a juicio de residencia y encarcelados.

Hemos tenido noticia de estos sucesos gracias a un fragmento del alegato preparado por el abogado defensor de los acusados, en el que pedía su puesta en libertad, admitiendo la posibilidad de que no hubiesen actuado de forma acertada: “...justamente se prometen los suplicantes ser dados por libres y sin costas (con la considerazión de que son hombres llenos de ymperfecciones los que componen la República y no ángeles que no pueden pecar)...”. No conocemos el fallo del juez, aunque dado que los acusados formaban parte de las élites locales, todo parece indicar que las penas, si las hubo, no fueron muy severas.

11. FUENTES:

Archivo Histórico Municipal de Almansa.

Archivo de la Casa Enríquez de Navarra de Almansa.

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